Muerte de precandidato Miguel Uribe Turbay revive en Colombia la sombra de los magnicidios

Muerte de precandidato Miguel Uribe Turbay revive en Colombia la sombra de los magnicidios

Sosteniendo una bandera blanca en sus manos, Leonor Ávila lloraba tras pasar el martes en el Congreso colombiano frente al féretro del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien falleció la víspera dos meses después de ser baleado en un mitin cuando daba un discurso de campaña.

“Lo mataron porque él iba a ser presidente de Colombia”, aseguró a The Associated Press Ávila, de 72 años, una de los cientos de visitantes de la capilla ardiente. “Él para nosotros queda como un mártir”, agregó.

La muerte violenta de Uribe Turbay fue calificada por la fiscalía como un “magnicidio”, recordando a los colombianos épocas oscuras que no vivían desde la década de 1990, cuando los cárteles del narcotráfico y grupos insurgentes secuestraban y asesinaban a altas figuras, incluidos candidatos presidenciales.

El conservador Uribe Turbay fue atacado el 7 de junio a tiros cuando daba un discurso político en un parque del occidente de Bogotá a plena luz del día y era custodiado por escoltas.

Con su aspiración presidencial buscaba dar un salto y convertirse en el presidente más joven del país a sus 39 años, aunque no estaba en la lista de favoritos en una campaña aún en ciernes. Era un destacado senador opositor al gobierno de Gustavo Petro, el primer izquierdista en llegar a la presidencia colombiana.

Las autoridades han capturado a seis personas presuntamente involucradas en la planeación y ejecución del ataque, incluido un menor de edad que habría disparado el arma. Pero aún investigan el móvil del atentado y a los autores intelectuales. Una de las líneas de investigación apunta hacia un grupo armado ilegal.

El asesinato de Uribe Turbay ha revivido en Ávila la muerte de Diana Turbay, la madre del precandidato, una prolífica periodista secuestrada en 1990 por un grupo de narcotraficantes encabezado por el capo Pablo Escobar que se oponían a la extradición a Estados Unidos. Turbay murió en 1991 durante un rescate policial, cuando Uribe Turbay era un niño de 5 años.

“Me da dolor que él hubiera pasado por esto que le pasó a la mamá. Quedó un niño de 5 años y ahora le pasa esto. No les convenía que ella viviera, como ahora matan a Miguel también y deja a su hijito. ¡No es justo!”, reclamó enojada la mujer.

Uribe Turbay, nieto de un expresidente, era padre de un niño de cuatro años y cuidaba de las tres hijas de su esposa María Claudia Tarazona, a quienes el político ayudó a criar y decía querer como si fueran propias.

La memoria de los magnicidios

Su asesinato también trajo a la memoria de Mariela Abella de Vargas el magnicidio del dirigente liberal Luis Carlos Galán, atacado a tiros en 1989 cuando daba un discurso de campaña en Soacha, al sur de Bogotá. Al momento de su muerte las encuestas lo daban como favorito para ganar las elecciones presidenciales de mayo de 1990.

“Es dolor de patria porque Miguel fue una gran persona. Me recuerda la época de Galán, yo era una admiradora de él y me duele. Reviví todo cuando esto (de Uribe Turbay) pasó”, aseguró la mujer de 78 años mientras hacía una larga fila para ingresar a la cámara ardiente en el Congreso.

En Colombia han sido asesinados varios candidatos presidenciales, el último en 1990 cuando fue atacado Carlos Pizarro Leongómez, el último comandante de la extinta guerrilla M-19. Poco después de firmar la paz con el gobierno y entregar las armas junto a sus hombres, fue baleado a bordo de un avión.

“Esto que pasó con Miguel Uribe es algo que nos retrocede en el tiempo 30 años atrás. Colombia no tiene memoria”, aseguró a la AP José Luis López, un estudiante de 20 años, quien aseguró que aunque no vivió los anteriores magnicidios sus padres le relataron la historia.

El país aún lidia con varios grupos armados ilegales pese a que en 2016 el Estado firmó un histórico acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica.

Petro, quien en su juventud perteneció al M-19, lamentó que en su gobierno progresista ocurriera el atentado.

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