
La República Democrática del Congo (RDC) alberga una de las reservas de biodiversidad más significativas del planeta. El inmenso territorio que ocupa gran parte de la cuenca del Congo Basin —el segundo mayor bosque tropical del mundo— convierte a este país africano en un actor esencial para la lucha contra la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental.
Sin embargo, detrás de esa riqueza natural se esconden profundos desafíos: la tala ilegal, la minería artesanal, los conflictos armados, la falta de gobernanza forestal y la vulnerabilidad de quienes defienden la naturaleza. Muchas personas, especialmente de pueblos indígenas y comunidades locales, se han convertido en “guardianes” de los bosques, pero también enfrentan represalias, hostigamiento y persecución por su labor.
La comunidad internacional, organizaciones no gubernamentales y movimientos ciudadanos hacen un llamado urgente al Gobierno de la RDC y a los donantes internacionales para que garanticen la protección de estos defensores ambientales y reconozcan su papel como aliados en la conservación del clima y la biodiversidad.
Un país clave para la biodiversidad y el clima
● Aproximadamente el 60 % del bosque del Congo se encuentra en la RDC.
● Este bosque no solo alberga vida silvestre irremplazable sino que funciona como un sumidero de carbono de importancia global, contribuyendo a
● La RDC posee decenas de miles de especies —plantas, mamíferos, aves, anfibios y peces— muchas de ellas endémicas.
La amenaza estructural: tala ilegal, minería y debilidad institucional
A pesar de su enorme valor natural, la RDC enfrenta una crisis ambiental persistente. La deforestación ha sido elevada en la última década, impulsada
La expansión agrícola de tipo “tala y quema”, la producción de carbón vegetal y la extracción de madera ilegal.
Minería artesanal y semi-industrial que opera incluso dentro de zonas naturales protegidas, provocando deforestación, degradación del suelo y contaminación. Por ejemplo, en la reserva del Okapi Wildlife Reserve se ha documentado que la minería ilegal de oro impulsa la pérdida de bosque
La presencia de grupos armados y conflictos prolongados en ciertas regiones del Este de la RDC, lo que debilita la vigilancia, la aplicación de la ley
Problemas de gobernanza forestal: permisos que no se controlan; normativas que no se aplican; debilidad institucional para detener la tala o el comercio ilegal de madera.
El papel de los defensores del medio ambiente y sus riesgos
En medio de este escenario, muchos hombres y mujeres, comunidades indígenas y locales, han asumido la tarea de proteger los bosques, la fauna, los ríos y los derechos humanos vinculados al entorno natural. Sin embargo, su labor enfrenta graves riesgos:
Hostigamiento, amenazas, detenciones arbitrarias e incluso condenas judiciales dirigidas a quienes se oponen a actividades ilegales de tala o extracción de recursos.
Obstáculos para que su voz sea escuchada por el Estado, la empresa pública o privada, o las autoridades locales que deberían garantizar la conservación y los derechos humanos.
Escasa protección legal y apoyo institucional para su trabajo, lo que los convierte en actores vulnerables en un contexto de grandes intereses económicos.
Por ejemplo, en la provincia de Maniema, un activista medioambiental que luchaba contra la tala ilegal fue condenado a seis meses de prisión y a un alto pago de multa. Esto ilustra el riesgo que enfrentan quienes defienden los bosques.
¿Por qué este apoyo internacional y nacional es tan urgente?
Las razones para reforzar la protección a los defensores ambientales en la RDC son múltiples:
Por la naturaleza global de la pérdida de bosques: lo que ocurre en la RDC afecta la biodiversidad mundial, el ciclo del carbono, los servicios
Por la justicia ambiental y los derechos humanos: las comunidades locales e indígenas tienen derechos sobre los territorios y los recursos naturales, y su participación resulta clave para la conservación efectiva. Ignorar su papel es perpetuar la desigualdad.
Por el cumplimiento de compromisos internacionales: la RDC se ha declarado país-solución (o “solution country”) frente al cambio climático y la pérdida de biodiversidad, lo cual implica un rol de liderazgo, junto con responsabilidades. Sin embargo, las brechas en aplicación requieren atención.
Por la sostenibilidad de largo plazo: si los defensores ambientales no están protegidos, la erosión de bosques y ecosistemas continuará, lo que incrementa los costos futuros tanto para el país como para la comunidad internacional.
¿Qué deben hacer el Gobierno de la RDC y los donantes internacionales?
Se pueden identificar varias líneas de acción para asegurar que los defensores ambientales puedan operar con seguridad y eficacia:
Reconocer formalmente a los defensores ambientales como interlocutores y aliados en la gestión de bosques, la conservación de biodiversidad y la protección del clima. Esto incluye mecanismos de participación, consulta y toma de decisiones que les den voz real.
Garantizar su protección legal y física, contra intimidaciones, represalias, detenciones injustas o procesos judiciales arbitrarios. Deben existir garantías institucionales y recursos para su defensa.
Fortalecer la gobernanza forestal y ambiental, incluyendo la aplicación efectiva de la moratoria sobre nuevas concesiones madereras (vigente desde 2002 en la RDC) y normas que eviten tala y tráfico ilegales. (Aunque dicha moratoria existe, las actividades ilegales persisten).
Asegurar financiación internacional y nacional suficiente, transparente y con rendición de cuentas, para programas de conservación que involucren a comunidades locales y defensores ambientales. Por ejemplo, la iniciativa Central African Forest Initiative (CAFI) tiene un rol clave.
nicfi.no
Impulsar alternativas económicas sostenibles para las comunidades que hoy dependen de actividades de tala o minería informal, de modo que la conservación del bosque también se traduzca en bienestar local.
Monitorear y evaluar el impacto de las acciones, tanto en términos de conservación ambiental como de derechos humanos, para asegurar que los objetivos de conservación y justicia avanzan efectivamente.
Conclusión
La República Democrática del Congo se encuentra en un punto de inflexión: con una riqueza natural inigualable y un papel de peso en la lucha global contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Al mismo tiempo, las amenazas contra sus bosques y las personas que los defienden no pueden subestimarse.
Proteger a quienes defienden la naturaleza no es solo una cuestión local de derechos humanos o de política nacional, sino que forma parte de un esfuerzo global por conservar los “pulmones del planeta”, salvaguardar especies únicas y mantener los servicios ecosistémicos que benefician a todos.
Por ello, la comunidad internacional debe respaldar con decisión —incluyendo el apoyo financiero, técnico y político— a los defensores ambientales y al Estado congoleño para que este pueda cumplir sus compromisos. El momento de actuar es ahora, antes de que se pierdan oportunidades irrecuperables para la naturaleza, la justicia y el clima.